El dulce nombre del miedo
Candyman regresa una vez más a los cines en una nueva historia que retoma la clásica leyenda urbana pero se convierte en algo más, poniendo en pantalla temas raciales. Antes de decir su nombre por quinta vez ante el espejo, fijate en el siguiente comentario.
Una leyenda urbana es es un relato que se transmite de boca a boca que cuenta hechos supuestamente verídicos, muchas veces asociados a alguna supersticion. Dicho relato es aggiornado a medida que va circulando y suele adquirir caracteristicas inverosímiles y misteriosas. Y por lo general presenta algun tipo de moraleja. En este contexto está Candyman. En donde si dices cinco veces su nombre frente al espejo, él aprece y te lleva al mas allá de la mano-gancho, previo a destriparte con ella.
En 1992 Bernard Rose llevó por primera vez dicha historia protagoniozada por Virginia Madsen y Tonny Todd como el dulce hombre del garfio. Y si bien se trataba de un film dentro del género del terror plasmaba otros temas de fondo relacionados con la eterna desigualdad racial e inclusive hasta una trágica historia de amor de fondo.
A casi treinta años de aquel estreno, Nia DaCosta (Little Woods) retoma aquella leyenda y logra un film interesante y renovado que en sus noventa minutos de duración se cierne de lleno en el injusto trato que siguen recibiendo algunos habitantes por no ser "blancos" y la falsedad de la sociedad en cuanto a la aceptación y que no existe el desprecio por el color de la piel. Cuestiones que saben como abordar los guionistas Jordan Peele, Win Rosenfeld y la propia Nia. La historia se convierte en una secuela de la entrega de los años noventa pero no obliga a que el espectador tenga que verla previamnete. El propio film se encarga de forma magistral de contar los hechos sucedidos hace unos años en Cabrini-Green, usando una secuencia con sombras de marionetas. Y ya ese simple recurso eleva la calidad del producto final. De modo que llamarla secuela es injusto porque es mucho más que eso, es una historia propia. Por eso ni su título lleva la maldicion del número romano que vuelve a las películas un producto en serie.
Los años han pasado,pero hay cosas que no se olvidan. Yayha Abdul-Mateen II es el que va a conectar con el pasado de ese lugar maldito, ahora aburguesado, o tal como diría un personaje "los blancos construyen el ghetto". En donde él también formó parte cuando apenas era un bebé y le ocurrieron eventos extraños que no recuerda. El personaje en cuestión es Anthony McCoy un aspirante a artista que es vapuleado por sus supuestos colegas a sus espaldas. En una reunión con su pareja Brianna (Teyanah París), el hermano de ella, Tray (Nathan Stewart-Jarred) narra la historia de Candyman, despertando curiosidad en Anthony. Tras investigar los hechos de la historia contada por Williams Burke que conoció al hombre dulce del título (Colman Domingo) y lleva al mito a un lugar más contemporáneo en donde la injusticia social y el poderío blanco sin límites son la causa de la leyenda. Por tal motivo todos esos sucesos se convierten en la musa de McCoy para su muestra para de una vez por todas lograr ese reconocimiento que busca. Sin embargo su obra permitirá invocar al fantasma y la sangre se derramará nuevamente, pero con otros fines.
El film de DaCosta se vuelve interesante por la forma en que entreteje las historias de la leyenda con la actualidad y la trama de la nueva historia. Nia presenta a Candyman como una suerte de vengador además de ser aquel fantasma asesino de aquellos que lo conjuran por diversión, como en la escena de la escuela en donde cinco chicas dicen su nombre al mismo tiempo en el baño. Una escena grandiosa que capta la idiotez de la juventud. Pero el logro de la realizadora es lograr una película que trasciende el clásico horror y pone en pantalla otros tópicos para que más allá de la violencia gráfica expuesta y lo sobrenatural, el espectador piense en cómo se comporta y la forma de ver al prójimo. Pensamientos que llevan a otra clase de terror.
Cada una de las decisiones de DaCosta se convierten en aciertos. Desde su aporte en el guión junto con Peele que claramente se ha convertido en un referente en contar historias con temas raciales usando el terror y hasta un cierto humor cínico para manifestar su opinión al respecto. Pasando por los aspectos técnicos y la creatividad en presentar este espíritu por momentos invisible para lograr momentos de suspenso. La escena del ascensor en donde Anthony ve su nuevo reflejo es impresionante, y esto también es posible a causa de las actuaciones en donde todos cumplen con su aporte en el film y componen personajes creíbles que le dan forma a la historia. Desde su protagonista hasta el dueño de la galería de arte, un ser bastante despreciable. Los créditos iniciales puestos como reflejo en un espejo ya predisponen a desafiar al espectador a otra mirada.
Candyman se basa en un cuento corto de horror de Clive Barker titulado the forbidden (lo prohibido) y lo que logra la directora con esta secuela espiritual, como algunos la han llamado, es justamente eso. Mostrar una realidad prohibida, una realidad que se busca ocultar y callar, pero siempre quedará el fuerte zumbido de aquel que se anime a pronunciar su nombre cinco veces.
Calificación **** (Muy Buena)
Título original: Candyman (2021) - País: Canadá, Estados Unidos - Director: Nia DaCosta - Guión: Jordan Peele, Win Rosenfeld, Nia DaCosta - Intérpretes: Yayha Abdul Mateen II, Teyanah París, Nathan Stewart-Jarret, Colman Domingo, Vanesa Williams - Fotografía: John Gulesserian - Música: Roberto Aiki Aubrey - Duración: 91 minutos.
***** (Excelente) - **** (Muy Buena) - *** (Buena) - ** (Regular) - * (Mala)
Fotos de los textos: Yayha Abdul Mateen II en Candyman (IMDb).
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