¿Qué hay de nuevo viejo? - Comentario especial de la saga Bunnyman
Una trilogía basada en un sádico asesino vestido de conejo muestra el amor por el género sin importar el resultado.
Por Ricardo Diaz
En varias ocasiones el terror ha sido un género despreciado o dejado de lado por sus temáticas o por el simple hecho de que nadie quiere vivir experiencias que le provocarían pavor. Pero más bien se trata de cierta vergüenza de admitir que se disfruta de las sensaciones que provoca el género, porque al fin y al cabo termina siendo arte. ¿Por qué? Por el simple hecho de provocar emociones, sentir como los personajes. Uno no se queda impávido ante lo observado. La diferencia es que es algo incómodo, dificil de ver, pero no por ello deja se ser placentero.
El terror, en su nicho, fue sumando adeptos y a su vez de él se desprendieron subgéneros, muchos de los cuales presentan temáticas bizarras y con escenas gráficas con el simple objetivo de explotar la violencia y lo grotesco. Además contaban con bajos presupuestos, por los que se las supo conocer como grindhouse. Estas producciones aún siguen realizándose, muchas convirtiéndose en piezas de culto por los fanáticos, por su rústicidad y porque en definitiva son una carta de amor al terror arte lo que representa.
Carl Lindberg está dentro de estos "enamorados" del género. Sin ir mas lejos en 2019 se estrenaba la edición remasterizada y grindhouse de Bunnymam (2011). La cual mostraba como un grupo de jovenes son repentinamente acechados por un camión que no los deja avanzar por la ruta al sur de California, dicho conductor termina siendo un asesino vestido de conejo. El film más allá de sus errores de edición, un dudoso casting y su aire a "hecho en casa" denotaba las referencias a clásicos, siendo los más visible La masacre de Texas y Viernes 13, pero también remonta a Motel Hell (1980), Halloween (el sonido de la respiración a través de la máscara) e inclusive a Reto a muerte (1971) de Spielberg. Los amantes de la sangre no son defraudados ya que el conejito no duda en descuartizar a todos con su motosierra roja y de torturar mientras escucha música clásica, siendo una de las escenas más logradas y perturbadoras, además de contar con una edición de sonido simple pero contundente e incomoda.
Claramente tenía todas las bases para entrar al lugar de culto por su extraño protagonista, por lo que le siguió la masacre de Bunnyman (2014) en la que Lindbergh apuesta a más. En esta ocasión el señor conejo masacra a un micro escolar lleno de niños y el título del film aparece y de fondo la señal de bus stop es salpicada con sangre (fantastique). Esta entrega se vuelve más misógina que la anterior porque a bunnyman se le suma un compañero más, un siniestro y desagradable dueño de una tienda, personaje que sólo había sido presentado en la entrega anterior. Las muertes acá homenajean a Jason ya que no falta el machete ni matar a alguien dentro de su bolsa de dormir estrellándolo contra una roca (ouch!). El permanente juego entre presa y depredador se mantiene hasta el final, inclusive con un desenlace poco previsible. De manera que era imposible no pensar en no hay dos sin tres.
Asi, por último llegó la venganza de Bunnyman (2017), tal vez la más floja de las tres, pero que ahonda en la historia y el orígen del personaje de las orejas largas. De chico fue quemado vivo por unos niños, lo que lo deja con la cara deforme, hecho que hace que todos se burlen de él, especialmente las señoritas (¡timbre para el que se ahogó en Cristal Lake!). La historia en esta ocasión no tiene mucho sentido al igual que los nuevos personajes. Lo mismo ocurre con su vena hemoglobinica que carece de la fuerza de sus predecesoras. Esta entrega se siente más como la necesidad de darle el desenlace de la historia de Bunny que en todos los films termina cual Rambo caminando sin rumbo por la ruta bajo el atardecer. En todos sus finales hay extrañas pistas filmadas en super 8 que permiten dar una idea de su infancia y se escucha la voz de su madre que le dice que ya todo terminó, nadie más se va a burlar de él (¡Sra. Voorhees!, la buscan).
Dije que el terror debe generar sensaciones incómodas para el que se anime a experimentarlo, el creador de Bunnyman lo logra de una manera casera, por momentos casi aludiendo al snuff con el uso del super 8, en otras siendo mas gore y salpicando sangre por todos lados y como dije al principio, por más que no sean obras maestras y sea mas una especie de cine trash es celebrable el amor por el terror.
Calificación:****
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Títulos originales: Bunnyman (2011), The Bunnyman Massacre (2014) y Bunnyman Vengeance (2017) - Pais: Estados Unidos - Director/Guión: Carl Lindbergh - Música: Peter Scartabello - Duarción: 90, 104 y 91 minutos.
Fotos del texto: (Imdb, Pelisplus)
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