La Parca se tomó su tiempo para regresar y cobrarse una deuda de varios años. Obviamente, con altos intereses hemoglobínicos.
Pasaron 14 años después de la última vez que la muerte se llevó puestos a un grupo de chicos que la burlaron. En la saga fatalista correspondía a la quinta entrega, y realmente parecía el fin definitivo de la franquicia, y en el mal sentido. Un film que era malo en todos los aspectos. Ahora en 2025 la huesuda parece haber hecho un balance de toda su empresa letal, para darse cuenta que le están debiendo almas hace como más de sesenta años. Así que como no puede ser menos, va a salir a cobrar esa deuda para tener un déficit 0 (ja!). Y así es como llega destino final: lazos de sangre.
El asunto es así: en la década de 1960 un par de tórtolos (Brec Bassinger y Max Lloyd-Jones) asisten a la inauguración de la torre Skyview. Una especie de Titanic pero en altura (y ahora que menciono esto, sería buena idea para otra deuda a saldar, muejejey). Los noviecitos son muy acaramelados y destilan amor como una peli de domingo por la tarde, pero Iris está más nerviosa de lo normal, algo le preocupa. En realidad varias cosas le preocupan. Y es lo que atañe a la construcción de semejante monstruo de cemento, metal y vidrio y la seguridad de él. Como es de esperar ella termina teniendo la gloriosa premonición y se convierte en la heroína de una catástrofe. Para algunos, claro.
Les dije que La Parca en esta oportunidad tenía gente muy morosa, porque después del incidente en la torre, la que tiene la pesadilla de aquel hecho es Stefani (Kaitlyn Santa Juana) nada menos que la nieta de Iris. Es decir que desde que la abuela evitó su hora final han pasado generaciones y por ende gente que no debería haber visto la luz del día. Así que doña muerte va a tener que apagar el reloj de toda esa familia que incluye nietos, tíos, primos y cualquier parentesco que este en la lista mortal. No por nada el título se completa con "lazos de sangre".
Zack Lipovsky y Adam B. Stein son los responsables de sin lugar a dudas la mejor entrega de toda la franquicia que comenzó en los 2000 con los pasajeros del vuelo 180. Uds se preguntarán, ¿por qué? otros dirán ¡qué arrogante! (tal vez), pero la respuesta está a la vista en todo el film. Toman el ADN de la saga y lo mezclan con el propio dando como resultado una nueva, la llevan a otro punto y la mejoran. Primero y principal, Destino final no es una película de terror per se. Es más bien una comedia negra, donde la protagonista principal es la contadora de almas. Y a su vez es muy estricta y se rige siempre por reglas, nunca va a intervenir de una forma directa como haría Zeus y lanzara un rayo sobre alguien y lo fulminara. No no no, ella va a mover alguna que otra cosita dando vueltas por ahí. A saber, una moneda, un par de hojas, un vidrio roto, algún apagón de luz, para que todo parezca un desgraciado accidente. Eso si, tiene que ser algo estrepitoso, shockeante y muy sangriento como para que de alguna forma los que siguen en la lista sepan quién es, y que está muy enojada.
En esta entrega y en la única, uno se involucra con los personajes, con esta familia que de un día para el otro debe asimilar que en realidad están viviendo tiempo extra. Es más, jamás deberían haber existido. (Fua! pequeña revelación si las hay). Y en esa dinámica familiar en la que todos piensan que Stefani es la loca de la familia como su madre y abuela, crean pasos de comedia y simpatía, que más allá del guion de Guy Busick y Lori Evans Taylor es el trabajo de cada actor en su rol lo que logra ese apego con ellos, aunque se sepa su destino por estar en el universo de la muerte. Eso le da un punto extra a DF: lazos de sangre.
Esa empatía, irónicamente, es lo que vuelve divertidas las muertes que marcan el ritmo del film. La forma en que los directores preparan al espectador para ese momento esperado es realmente disfrutable, cada plano que muestran algo potencialmente peligroso y que puede ser el responsable de apagar la luz de alguno de ellos es realmente magistral. El claro ejemplo es la escena del asado en la casa de la familia que involucra a todos y hay un vaso que se rompió y todo se vuelve como una ruleta rusa de vidrio y el remate es perfecto. Provoca un mix de emociones. La alegría de la escena en sí, un poquito de asco por lo grotesco de la muerte y una pizca de pena, porque como dije, uno quiere a los personajes, pero también disfruta cuando les llega su hora. Hasta la elección del soundtrack cumple la función de realzar las escenas y terminar de darles ese humor negro. Ejemplo de ello, Without you de Air Supply suena mientras Erik (Richard Harmon) se hace un tatuaje y hay unas cadenas en el techo y un ventilador. Eso señores es entretenimiento, punto.
Final destination: bloodlines tenía todo para fallar y ser una entrega más de una franquicia extensa agotada, pero como sucedió con Saw X (2023), superó a las demás. Y eso es porque hacer una continuación de una saga no es repetir lo mismo una y otra vez hasta el hartazgo. Es construir algo nuevo y darle algo propio a eso que ya conocemos, y en este caso la idea de que la muerte ha sido estafada por años y ahora vuelve más despiadada que nuca a llevárselos le da un peso adicional a todo lo que significa. Hay casi hasta un diálogo entre los personajes y esta fuerza imparable y claramente los insulta durante toda la película por haberla engañado con tanta alevosía.
Y si de destino final se habla, no puede faltar de alguna forma el corazón de la saga: el gran Tonny Todd. En su última participación y digo última porque unos meses después de filmar, falleció. Esa auto consciencia de su fatalidad (cáncer) y haber participado igual del film, logró el momento más emotivo de la película. Quizás en el caso de él la parca lo buscó para tener una voz potente al teléfono de reclamos, pero para el resto siempre hay que recordar que ella no comete errores y que es mejor no meterse en sus planes porque para ella no hay accidentes, ni coincidencias, ni contratiempos, ni escapatorias. Y si no me creen, les apuesto un centavo.
Clasificación: **** + (Muy buena +)
Fotos: Bloody Disgusting


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