viernes, 24 de octubre de 2025

Llamado del más allá

Ethan Hawke vuelve a calzarse la máscara de emociones y le hace un par de llamadas desde el más allá a los hermanitos que le arruinaron su letal hobby unos años atrás.



Por Ricardo Diaz

La falta de ideas es algo continuo y ahora le llegó el turno a la muy bien lograda The Black Phone (2021), un film que presentaba a The grabber un asesino de niños que tuvo a mal traer a toda una ciudad, hasta que secuestró a Finney Shaw (Mason Thames) un niño de 13 años que junto con llamadas de victimas anteriores a través del teléfono del título y la ayuda de su pequeña hermana Gwen (Madeleine McGraw) lograron vencerlo (AVISO DE SPOILER), matando al villano (FIN DE SPOILER). En esa ocasión, el film de Scott Derrickson más que hacer hincapié en el villano en sí, se destacaba por el paso de la niñez a la pubertad de Finney; como si The grabber fuera una metáfora de los miedos de niño y de dar ese gran paso de hacerle frente a aquello que nos asusta. Bien, se pensó: buena historia, buen desarrollo y un  mensaje simple y universal con notas de sustos dando vueltas por ahí. Sin embargo, como estamos en el mundo de Hollywood, lo que funciona una vez, está obligado a tener una secuela o precuela y así llegamos al 2025 con The Black phone 2.

El teléfono negro 2 se suma a la larga lista de aquellas secuelas innecesarias y algo que su director debería haber aprendido con otra criatura suya que fue Sinister (2012), cuya primera entrega para su época fue una de las más retorcidas, sin embargo llegó la segunda parte (ya no bajo su tutela pero continuacion igual) y fue un desastre. Acá vuelve a suceder, pero ahora también la dirige, lo que supone más aún la presión de Hollywood, a un deseo propio de Derrickson

Con un final tan cerrado en la primera parte, no había muchas puntas que seguir, salvo la dinámica de los hermanos Shaw y las secuelas de su encuentro con The grabber. Si el teléfono negro fue el daño físico de Finn, la segunda parte sería el daño psicológico. Por eso al comienzo del film lo vemos a Finn convertido en el niño problemático de la secundaria, el que resuelve todo a las piñas para dejar el mensaje. Y tal vez si el film hubiese ido a fondo por ese costado y volverlo un drama psicológico acerca de las secuelas de alguien que ha sido secuestrado por un asesino, que fue golpeado por su padre y todo un background que le serviría para libros a un psicólogo, el director se fue por el lado de las pesadillas por parte de su hermana. Gwen tiene una sensibilidad distinta al resto y puede ver cosas que han pasado (sería una excelente detective, ja!) y este "don" también lo tenía su difunta madre, hecho que también funciona como punto de partida en esta continuación.

Y si lo de las visiones no fuera suficiente, tenemos el regreso del personaje de Ethan Hawke desde las profundidades del infierno, siendo el reemplazo de Freddy Krueger, mientras se afila las uñas para ir hasta Elm Street. Entonces lo que queda del film es una seguidilla de pesadillas de Gwen en donde ahora ella se encuentra con The Grabber en el plano onírico para poder vengarse de ellos y hacerlos sufrir (¿les suena?). Y de fondo el gélido frío del Lago Alpine en medio de una tormenta de nieve en la que los hermanos y el "noviecito" de la hermana quedan atrapados cuando van a un campamento donde años atrás unos niños desaparecieron y la madre de los purretes trabajaba ahí (Sra. Voorhees, la están llamando).

Las referencias a Pesadilla en lo profundo de la noche son demasiado obvias y no se si a Wes Craven le hubiese gustado tanto, pero se puede entender que Derrickson lo hace desde el respeto y admiración quizás y fue la única idea que tuvo para hacer regresar al asesino de Ethan Hawke, quien también está desperdiciado y es más un actor de voz ya que son muy pocos los segundos en donde se lo ve al actor sin la máscara, además de que busca los orígenes. Por lo que Ethan tal vez fue más inteligente para que no se vea su cara y no lo recuerden por esta olvidable secuela.

Se hace difícil encontrar puntos salvables, y eso, irónicamente, es algo a favor , porque uno tiene que esforzarse mucho en filtrar todo lo que vemos para encontrar algo digno. En ese arduo filtro se pueden encontrar dos elementos. Las pesadillas, en el uso de la fotografía para generar ese aspecto onírico, granulado, como si fuera un recuerdo muy borroso poco claro. Sin embargo, al abusarse del recurso se torna repetitivo y para el final ya perdió todo el efecto y solo queda un poco de violencia sangrienta que no está mal pero sigue dejando sabor a poco. Y lo otro rescatable es la música, tanto la compuesta por el hijo de Derrickson, Atticus que crea una atmósfera espectral y el uso de un par de temas claves: Another brick on the wall (pt I) de Pink Floyd, la cual es una versión diferente pero que evoca la sensación en parte de lo que el director quiso hacer pero se le fue de las manos y el tema de los créditos finales, You don´t scare me de The 77`s que no podría ser más alegórico posible, porque justamente es el resultado del film, el asesino nunca logró entrar al panteón de los asesinos míticos, no lo hizo anteriormente y tampoco ahora como un villano sobrenatural.

The Black Phone 2 es una continuación más en esa picadora de carne que es Hollywood que pica y pica todo lo que llega, pero ya estamos llegando al límite de que lo que escupe esa picadora son productos abombados que carecen de la mínima calidad, aunque el origen sea bueno. Es momento de cambiar esa máquina descuartizadora y volver a las bases de todo y cuando se obtiene algo único, cuidarlo, sino llegarán las voces desde algún teléfono negro de directores como Derrickson para avisar que no lo hagan antes de que sea tarde y queden en el infierno junto a the grabber.

Calificación: ** (+) (Regular +)


Título original: The black phone 2 (2025) - País: Estados Unidos, Canadá - Director: Scott Derrickson - Guión: C. Robert Cargill, Scott Derrickson (basado en el cuento de Joe Hill) - Intérpretes: Mason Thames, Madeleine McGraw, jeremy Davies, Miguel Mora, Demián Bichir, Ethan Hawke. - Fotografía: Pär M. Ekberg - Música: Atticus Derrickson - Duración: 114 minutos.
Fotos: ImdB

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